22 jul 2012

Confesión N° 13

Qué horrendo número es el trece. Me persigue desde 9no grado y no hay quien lo pare.

No sé confiar. Ni en mí, ni en él, ni en la gente. Pero sí en los desconocidos. Nunca me ha dado miedo encontrarme con alguien a quien conozco de Twitter o cualquier otro lugar de la web.

Tampoco sé pasar las páginas y ya lo mencioné aquí, pero me perturba. Es difícil cuando la página que tienes que pasar está llena de traumas y situaciones poco deseables.

He tomado importantes decisiones este último mes: pinté mi pelo de rojo/naranja/amarillo, boté mis zapatos favoritos por estar terriblemente deteriorados y voy a tatuarme en unos días. Ojalá no se me ocurra seguir botando cosas porque ahí sí estaremos jodidos.

Estoy llena de rencor. No sé cómo ni por dónde sacarlo pero es jevimetal y creo que las arrugas de mis ojos son causadas por él. Y este punto va ligado al segundo de este post.

Lo quiero porque me da un montón de razones todos los días, pero qué difícil es cuando me da otras para no hacerlo y tengo que respirar hasta el aire que no cabe para no herirlo.

La vida, coño. La vida. Sigh!


2 comentarios:

tú también diVagas