24 feb 2014

Confesión N° 20

- Política y Venezuela, son dos palabras que, en este momento, me asquean. Siento que llegamos al fondo del llegadero, pero mi país se encarga de demostrarme, día a día, que todo fondo tiene su sótano, qué rompimiento de ovarios. A veces tengo ganas de apagar todo y no saber más del mundo; luego me regaño y digo que qué bolas. Y así, se repite, como un ciclo. Me duele que Venezuela, los políticos, la gente a la que le cuesta pensar, la violencia y la inseguridad me demuestren todos los días que siempre puede ser peor.

- Los Paranoia y Famasloop se pelean por ver cuál es mi banda favorita, no puedo elegir a uno. Lo siento, guapos. XoXo.

- En mi mundo paralelo, tengo una mesita de noche. Linda, obvio. Encima tiene una lamparita roja super minimalista y sifrina. En la gaveta, un peine, una lima de uñas, veinte bolígrafos de diferentes colores, papeles, Acetaminofén, El Principito y ¡un cuadernito para anotar las ideas geniales que se me ocurren antes de dormir! De verdad son geniales; me sorprenden a eso de las 12:30am y pienso "coño, qué buena idea, mija, al fin. Mañana ejecutas". Y "mañana" no pasa nada. Mi memoria solo almacena las putas pesadillas noche tras noche.

- Desde hace unos meses, solo gugleo "DIY home", estoy demasiado insoportable con eso de ordenar, decorar y hacer mi vida más simple. En mi defensa, alego que es super divertido.

- Dejé de tomar el Prozac porque se me olvidó unos días y porque después decidí ver qué pasa; soy mi propio ratoncito de laboratorio. Espero que Jose L. nunca vea esto. Por fa, Dios.

- En un mes he cambiado de trabajo 3 veces, y cada vez es mejor, no me aguanto.

- Me impresiona lo mucho que otros creen en mí; arriesgan, se lanzan y ¡pum! les sale bien. Pero cuando yo me arriesgo y me lanzo a creer en mí así, ¡pum! pal' piso por sapa. No entiendo si es que necesito un empujoncito y/o una masturbación de ego para todo o qué rayos.

- Hice un experimento a finales de año para verificar qué diablos es lo que interfiere entre mí y la lectura. Fue bellísimo pasar casi un mes sin Internet y darme cuenta de que, en efecto, es el culpable. Facebook, Pinterest, y en general Google, me consumen y no permiten que recuerde, si quiera, lo que es un libro. Y es chimbo, evidentemente, porque una debería aprovechar la grandeza de la web para leer millones de libros y textos, pero no. Ugh.

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