El problema en mi relación soy yo, siempre soy yo. Y luego de varias fallidas me doy cuenta.
El problema lo tengo yo con mis quejas y mis siempre ganas de más. El problema es mío porque sé que siempre puede ser mejor (o peor, según sea el caso). Por eso siempre espero, exijo y doy más.
Va siendo hora de dejar de pedir cosas en los demás y darme cuenta de que quien debe cambiar soy yo. El problema es mío por siempre esperar y darle rienda suelta a este cerebrito para que maquine todo lo que le gustaría recibir porque lo merece, y porque además da. A lo mejor es ese el problema, creer que merece.
Ellos nunca han tenido el problema porque no han esperado como yo. O sí, y en verdad han recibido de mí eso y más. Pero sería muy comemierda de mi parte pensarlo así.
El problema lo tengo yo, definitivamente. Porque mis fiestas de cumpleaños las imagino con papelillos y escarcha; porque mis amaneceres los espero con sonrisas; porque mis tardes las imagino con detalles; porque mis llantos los imagino con flores.
El problema lo tengo yo, por inmamablemente cursi e insoportablemente enamorada, y porque suficiente nunca me es suficiente.
El problema lo tengo yo con mis quejas y mis siempre ganas de más. El problema es mío porque sé que siempre puede ser mejor (o peor, según sea el caso). Por eso siempre espero, exijo y doy más.
Va siendo hora de dejar de pedir cosas en los demás y darme cuenta de que quien debe cambiar soy yo. El problema es mío por siempre esperar y darle rienda suelta a este cerebrito para que maquine todo lo que le gustaría recibir porque lo merece, y porque además da. A lo mejor es ese el problema, creer que merece.
Ellos nunca han tenido el problema porque no han esperado como yo. O sí, y en verdad han recibido de mí eso y más. Pero sería muy comemierda de mi parte pensarlo así.
El problema lo tengo yo, definitivamente. Porque mis fiestas de cumpleaños las imagino con papelillos y escarcha; porque mis amaneceres los espero con sonrisas; porque mis tardes las imagino con detalles; porque mis llantos los imagino con flores.
El problema lo tengo yo, por inmamablemente cursi e insoportablemente enamorada, y porque suficiente nunca me es suficiente.
Mejor sincerarse que vivir en una eterna negación.
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